Galicia es una región ibérica que mantiene fuertes vínculos culturales y lingüísticos con los dos países que conforman la Península, tanto Portugal como España. En su historia, la región fue el origen de la lengua portuguesa y del Condado Portucalense, que se independizaría para formar el actual Estado portugués.

Por otro lado, a lo largo de los siglos siguientes, la región orbitó progresivamente en torno al estado castellano, recibiendo una serie de influjos culturales castellanos. Con las fronteras cada vez más delimitadas en relación con el mundo portugués, se produjo el aislamiento de Galicia respecto a la otra orilla del Miño y su dependencia económica del centralismo madrileño.

Si el centralismo madrileño aisló a Galicia de Portugal, el propio proyecto nacionalista portugués olvidaría también a Galicia. Este proyecto, centrado en el proyecto imperial de Lisboa, reforzaría un sentimiento de identidad hostil a las injerencias del vecino reino castellano, demarcándose claramente como anticastellano. Según el proverbio portugués: «De España, ni buen viento ni buen casamiento». Los gallegos se convertirían, según Luís de Camões (irónicamente de origen gallego), en «gallegos sórdidos, grupo duro».

Los gallegos quedarían fatalmente incluidos en esta visión anticastellana, pasando a formar parte de los «enemigos españoles» contra los que la monarquía imperial de Lisboa demarcaría su identidad y se enorgullecería de combatir. Cualquier referencia a Galicia en el relato histórico de la fundación de Portugal, y cualquier mención al tronco lingüístico y cultural común que unía a las dos regiones, sería borrada sin piedad.

En otras palabras, desde el comienzo de la era moderna, con la formación de los estados nacionales europeos, Galicia ha tenido la gran desgracia de encontrarse en el fuego cruzado entre los centralismos castellano y lusitano. Alejada de los centros de decisión tanto de Lisboa como de Madrid, pasó a ser vista como un «otro» extranjero, sin una bandera de lealtad definida, convirtiéndose en lo que, en palabras del filólogo Prof. Higino Martins, se describiría como «gitanos con tierra».

Tras muchos siglos de aislamiento y distanciamiento mutuo, ha surgido finalmente una tendencia de acercamiento entre Galicia y el mundo de la lusofonía en un contexto de integración reforzado por la adhesión de los países ibéricos a la Unión Europea en los años ochenta. A través de acuerdos de cooperación cultural, científica, lingüística y económica, el movimiento reintegracionista consiste en un proyecto de integración cuyo objetivo último es que Galicia y Portugal converjan en el tronco cultural común que unió a los dos pueblos en el pasado estatal premoderno.


Malinterpretado como un mero proyecto político de separatismo o «irredentismo», el reintegracionismo pretende trascender los conceptos de fronteras nacionales, reconociendo la singularidad histórica de Portugal y Galicia como unidades políticas diferenciadas. Apunta a un proyecto cultural y económico transversal que pretende maximizar todo el potencial dentro de este gran bloque regional, conocido como «Portugaliza», ignorado y violentamente reprimido tras siglos de centralismo estatal en ambos lados. Se trata de un bloque regional ya concreto y existente, un espacio cotidiano de circulación, intercambio y movimiento de personas, bienes y servicios, cuya promoción es más que necesaria para mejorar la calidad de vida de la población local.

Acercar Galicia a la Lusofonía tampoco implica abandonar España ni «hispanofobia». No se trata de sustituir los lazos económicos y culturales del mundo hispánico por los del mundo portugués, ya que ambos universos lingüísticos pueden sumarse, no excluirse, enriqueciendo al conjunto de la sociedad gallega. Al igual que países europeos como Bélgica o Suiza, Galicia debe aprovechar el bilingüismo histórico de su sociedad para convertirse en un centro de influencia global.

Pensar en Galicia como centro global es una posibilidad factible, dadas las ventajas de contar con dos lenguas que abarcan un espacio de más de 700 millones de personas en el mundo, y un PIB de 7,66 billones de dólares (el 10% del PIB mundial)[1], llegando a América, África y Asia.

En palabras de Vicente Risco, el maestro del nacionalismo gallego, «Galicia es un mundo». Desde esta perspectiva debe entenderse el reintegracionismo gallego, para que Galicia pueda realizar su vocación cosmopolita de apertura al mundo.


[1] Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Tres_Espacios_Ling%C3%BC%C3%ADsticos <Acceso en 10 de Septiembre de 2024>

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Tiago Barreira es doctorando en Filosofía por la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y licenciado en Economía por la Fundación Getulio Vargas Río (FGV-Río), consultor y analista de datos. Escribe regularmente sobre temas relacionados con Economía, Filosofía y Cultura.