“Sobre aquello de lo que no se puede [o no se consigue] hablar, debe guardarse silencio”
“Sobre aquello de lo que no se puede [o no se consigue] hablar, debe guardarse silencio”, dijo el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein en el Tractatus Logico-Philosophicus — dado que, según el mismo pensador, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. De ahí los gruñidos y los sonidos guturales del migrante; de ahí la “animalización” del vaquero errante, característica tan destacada por Graciliano Ramos. Fabiano es silencioso, lacónico, casi mudo.
Pero el silencio de Fabiano no es el silencio del filósofo contemplativo, es más bien el silencio de quien posee enormes dificultades para razonar. La miseria del campesino indigente, del sertanejo padre de familia, por lo tanto, no es solamente financiera, también es la miseria de la mutilación ontológica causada por la ausencia de educación literaria, por la ausencia de contacto con la filosofía, en suma, por la ausencia de convivencia con lo que hay de más rico y profundo en el lenguaje humano. Para Fabiano, no existen símbolos, no existen metáforas, no existen analogías; a decir verdad, Fabiano no posee siquiera un vocabulario mínimamente elemental, ni tampoco un dominio trivial de la sintaxis de nuestro idioma.
Por eso el destino de Fabiano es cíclico, como el del perro que intenta morderse la propia cola, como el del perro hambriento, abandonado a su suerte. “Era un desgraciado, era como un perro, sólo recibía huesos.” Un animal. “Fabiano, tú eres un animal, Fabiano”, escribe Graciliano, con su dicción contundente, agresiva y seca, seca como las tierras sertanejas que el gran escritor nordestino conocía tan bien.
He aquí por qué el vaquero Fabiano “vivía lejos de los hombres, sólo se llevaba bien con los animales. Sus pies duros quebraban espinas y no sentían el ardor de la tierra. Montado, se confundía con el caballo, se pegaba a él. Y hablaba un lenguaje cantado, monosilábico, gutural”, como escribe el eximio artista de la palabra alagoano. “Un animal”. De hecho, Fabiano es prácticamente un animal.
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